20080127

Del Santuario Monarca sustentable. Primera parte

Por allá de los días de diciembre 2007, tomé la decisión de salir de viaje a cualquier lugar que estuviera a más de 3 horas de Puebla, y así fue. Viajé a un lugar llamado Zitácuaro, Michoacán.

Fue un viaje de 4.5 horas manejando para allá, crucé por el Distrito Federal sobre la calle o bulevard llamado "Viaducto" hasta llegar a "Santa Fe", después cruzamos la ciudad Toluca, pasamos por la zona industrial que está padrísima!, limpia y ordenada ya que está partida a la mitad por el famoso bulevard: "Tollocan" y así todo derecho hasta cruzar Valle de Brazo y lugares que jamás había pensado conocer y mucho menos aparecen en el mapa-mundi de la escuela.

Total llegamos hasta Zitácuaro, un lugar que al salir de allí, pude notar la gran influencia de "chicanitos", o "pochos", o "mojados" dentro de la sociedad michoacana. Sentía un ambiente tenso, la gente escondida, con miradas de miedo, poca conversación...nunca había estado en un lugar así. Estaba acostumbrado a la gente veracruzana, gente de la costa, gente del DF que se me hace más abierta, y de tlaxcala -aunque conservadora pero cálida.

Me dediqué a llegar al hotel, instalarme y salir para tomar rumbo hacia el famoso "Santuario de la Mariposa Monarca el Rosario".

Me dirigí como me indicaron los lugareños hacia el municipio de "Ocampo": "se va todo derecho hasta que encuentre la vuelta, ahí, da vuelta a la derecha; hay unos topes, y luego sigue los señalamientos. Ahí se va todo derecho y ahí le van diciendo". Gracias fue lo que pude decir.

Total, me atreví a llegar y a buscar el lugar siguiendo los señalamientos.

De lo que pude ver a las orillas de Ocampo, fue...tienditas y más tienditas, eso fue todo.

Luego al subir, pasé por un lugar de terracería y blocks, casitas y más casitas de madera es lo que encontraba. De repente, el camino estaba tapizado de blocks y me topé con algo que pensé que era una broma, o una cosa revolucionaria de los zapatistas o de las FARC's. Era una caseta a la orilla del camino con un trío de señores, dos esperando dentro de la caseta y uno afuera. La vista era grandiosa, de aquellas que muestran las películas antiguas con mucho bosque y una que otra casita que se deja ver, silencioso, nuboso y un aroma a fresco y a limpio que cualquier defeño podría morir al oxigenar sus pulmones.

Tuve que detenerme porque desde el interior de la caseta jalaron una cuerda que se podía haber roto si la empujaba con el auto, pero reconozco que tuve miedo a lo desconocido. Al detenerme, el señor que estaba afuera se acercó al auto, me pidió que bajara la venta y en ese momento comenzó la experiencia...

"Son quince pesos joven", me dijo mientras tomaba unos boletos y lo partía para dármelo. Me causó mucha duda la pedida de dinero y jamás he sido de los que dan propina o regalan dinero al que sea, pero después de leer el boleto lo tuve que pagar y me dejaron pasar. El boleto era el pago de la "caseta para la conservación de la carretera". No lo creí en principio y me dió coraje porque pensé que era uno de esos robos fáciles porque se veía el bosque muy cerca y pensaba que ya estaba ahí el santuario.

Avancé y seguí el camino serpenteado del bosque y tomó casi una hora de subida al Santuario. Los paisajes eran hermosos, dignos para presumir en una película o telenovela o sesión fotográfica. De hecho puedes encontrar en el rumbo el único hotel tipo hacienda con caballos, pista de bicicleta, granja y buen servicio.

Al llegar al Santuario y bajar del coche, me llamó la atención el tipo de organización que tienen, son los mismos lugareños los que te atienden en las cabañitas de comida, las cabañitas de regalitos y chacharitas, recuerditos y hasta cantos de los niños por si vas acompañado.

Caminé y ¿qué pasó?, otra cuota, pero esta vez era para pasar, ahora sí, al Santuario. Tenía la misma línea: los dueños de los ejidos eran los que cobraban todo: $35 para pasar, el baño $2 y las playeritas y fotos y sudaderas. Es de llamar la atención que no había nadie para proteger la zona, algo así como un policía municipal o estatal o federal; eran solo ellos, organizados a lo largo del pasaje para orientar a la gente, cuidando la vegetación, cuidando el cumplimiento de los señalamientos, cuidando que todos estén dentro del camino y que se mantenga el orden ecológico-social.

No había armas, ni nada que se le pareciera, solo ejidatarios que seguramente todavía podían dominar alguna lengua. Son ellos los que te piden que dejes a la naturaleza en paz si quieres llevarte a una mariposa muerta, los que te guían y te explican la llegada y la salida de sus huéspedes: las mariposas monarcas.

Es, desde mi perspectiva, un ejemplo de una sociedad organizada por un bien común, en el entendido de que el cuidado y protección de su lugar de trabajo les seguirá dando el pan por lo menos durante el periodo en que están sus huéspedes. Y es de eso de lo que viven cuando vienen las mariposas según me dijeron.

Ojalá en toda la sociedade nuestro país pensáramos igual y nos ocupáramos en lugar de quejarnos y destruir nuestros propios ecosistemas y a nuestro país.

Qué dices?

3 comentarios:

Nacho dijo...

Alan,
Primero que nada, felicitarte por tu blog, que aunque está émpezando me pareció una muy buena idea que hasta ganas me han dado de empezar el mío. Ya lo dirá el tiempo y mi flojera.
Sobre las comunidades ejidales que obtienen un beneficio de un bien, en teoría de todos, pues no me desagrada del todo, es una forma de reactivar la economía y al mismo tiempo mostrarnos a los citadinos que aún hay lugares que se conservan y no gracias a nosotros. En fin, suerte y un abrazo.
Saludos

Anónimo dijo...

Vaya el santuario monarca es como lo mejor de esta tierra, Michoacano de corazon como tu y yo.
Migue

Anónimo dijo...

Hola Alan, me gusta mucho la forma en cómo pláticas tus experiencias, de antemano te agradezco que tengas la disposición para escribirlas. Tienes toda la razón su propio nombre lo dice es todo un santuario y es sustentable precisamente porque su cuidado y preservación lo manejan los propios habitantes del lugar porque saben su importancia además de que es benefico para ellos mismos.
Así cómo estos existen muchos otros lugares naturales que no conocemos y que nos pueden sorprender y enseñar lo relajante que puede llegar a ser la naturaleza que nos rodea y que muchas veces no tomamos en cuenta o lo dejamos en tercer plano.
Este tipo de comunidades nos enseñanan a valorar nuestro mundo y aunque a veces no cuentan con una profesión o una preparación especializada nos pueden hacer comprender el valor de la vida.
Aunque claro esta muchos de ellos buscan sólo su propio beneficio, más sin emabargo cuando estos beneficios son compartidos nos reflejan su gran calidad humana.

Que te puedo decir a mi encantan este tipo de lugares me inspiran mucho y me hacen reflexionar acerca de la vida, me dan mucha paz.

Para mi el turismo es un estilo de vida que te permite admirar y recordar que el mundo esta hecho para que lo disfrutes y que todas aquellas cosas que te estresan o te enojan se pueden contrarrestar con momentos mágicos que hagan sentirte vivo, cómo es el compartir con las personas que quieres la naturaleza de existir y así poder apreciar el aire que respiras día a día.

Que bueno que le dediques tiempo a este tipo de experiencias, ojala y nunca te dejes llevar por la gran masa de trabajo que día a día nos estresa y nos hace perder lo que verdaderamente es importante como nuestra familia y amigos. Es difícil por la sociedad en la que estamos acostumbrados a vivir pero no debemos dejar de consentirnos y de consentir a los que queremos.

Con cariño. Yessy.