20100615

Hacer cosas pequeñas que resulten en cosas extraordinarias

Cosa extraña la de hoy, me había propuesto escribir día con día para practicar este deporte de la escritura, escogí escribir los lunes y miércoles en mi blog, para que martes y jueves pueda dedicarlos al periódico. Así que para hoy mi tema sería la forma en la que vivimos el partido de México contra Sudáfrica en una oficina de gobierno, iba a platicar de las emociones, de los trabajos que dejamos a medias y de la soledad de las oficinas desde las 9 horas hasta las 11 horas. Pero no, algo sucedió en la oficina que cambió mi tema de hoy.

El reloj marcaba las 21 horas, momento justo para salir de la guardia de hoy. Apagué la computadora y aproveché para ir al baño para hacer lo correspondiente y también para revisar quién estaba por las oficinas a semejante hora de la noche, para mi sorpresa, habían dos compañeros que normalmente se van temprano, uno alto y otro de estatura media. Al regresar del baño me topé con el alto y me preguntó: "¿qué fue ese ruido?, ¿fue una alarma?", lo miré sorprendido y le contesté: "pues no escuché nada, pero si hay algo repórtalo". Nos separamos para regresar cada uno a sus oficinas, cerré la mía y al salir me despedí de ellos.

Solo pensaba en llegar a casa para comenzar a escribir y pensaba en la crónica que haría. Cuando llegué a la puerta de salida -que tiene tres elevadores y al lado están las escaleras-, la imagen me llamó la atención: estaba la oreja derecha de la Asistente del Jefe pegada a la puerta del elevador de la derecha como queriendo escuchar algo que no se percibía con facilidad, cuando vió que estaba a punto de tomar las escaleras me comentó de una manera muy casual como si fuera algo común: "se quedaron dentro del elevador unas personas, pero no alcanzo a oir muy bien quiénes son". Me quedé sin palabras, y solo asentí con la cabeza porque la Asistente regresó a su escritorio, mis compañeros por casualidad estaban llegando a la escena. Me dirigí hacia el elevador de la derecha y también les pasé la noticia: "dice la Asistente que hay personas que se quedaron dentro del elevador, me parece que no se puede mover el elevador". El chico alto imediatamente hizo una asociación de ideas para concluir: "¡entonces lo que se oyó fue el elevador!, ya se me hacía raro por qué había sonado tan fuerte".

Imediatamente tratamos de abrir las puertas del elevador con nuestras fuerzas empujando uno hacia un lado y el otro hacia el lado contrario, lo único que pudimos abrir fueron tres centímetros que no pudimos mantener debido a la fuerza del elevador, pero ese hueco nos dio esperanza para poder abrirlo todo, así que empezamos a buscar algún objeto al rededor de los escritorios que pudiera entrar en ese hueco y hacer palanca. Creíamos que nuestros conceptos de física básica parecían tener buenos resultados, y si encontrábamos algo que por sus características físicas nos ayudara con la palanca -sin albur- podríamos abrir las puertas del elevador y sacar a las personas. Dentro del desorden de algunos escritorios, encontramos una manguera de plástico duro como de 30 cm, y un bate de béisbol un poco usado pero lo suficientemente duro para usarlo como queríamos.

Mientras hacíamos el hueco para meter la manguera, nos dimos cuenta que el elevador estaba 30 cm más abajo que el piso en el que nos encontrábamos, mi compañero Alto comenzó una breve conversación con las personas de adentro: "¿cuántas personas hay?", de adentro se escuchaba una voz de mujer con voz inquieta, nerviosa y con miedo: "¡somos tres personas, dos mujeres y una niña!". Repetí la información para mi compañero de estatura media que no había escuchado, y el Alto volvió a preguntar: "¿qué pasó, se atoraron?", durante ese mismo periodo pudimos meter en la parte baja la base del bate y creíamos que con eso lograríamos el objetivo, pero la respuesta de la señora nos sorprendió: "¡no nos atoramos, se cayó el elevador!, nosotros nos subimos en el cuarto piso y cuando se cerró la puerta se vino abajo hasta aquí. Aquí dice que es el primer piso, pero no estamos seguras". Los tres nos quedamos sorprendidos con lo que nos dijo la señora y traté de decirle algo que les tranquilizara: "ok señora, bueno, nosotros estamos tratando de abrir la puerta del elevador, ya trajimos un bate para hacer palanca, así que ahorita las sacamos, por favor quédense tranquilas".

Intentamos hacer palanca para abrir la puerta, pero no podíamos, cuando llevábamos al límite la resistencia del bate nos dábamos cuenta que se podía tronar, y si sucedía eso tendría consecuencias peores, así que trajimos un tubo metálico delgado y pensamos que con el bate y el tubo podíamos abrir la puerta, pero el tubo se dobló y nuestras esperanzas se desvanecieron. Sin embargo, dejamos el bate entre las puertas para que les entrara aire a las personas atrapadas y pudieran ver ligeramente que estábamos haciendo todo lo que estaba en nuestras manos para sacarlas. Mientras hacíamos esto, el poly de la entrada -que no cuenta con las mejores características para ese puesto- subió a donde estábamos y dijo: "¿están atorados?, ¿y no se puede abrir?", mi compañero Alto se volteó y solo movió la cabeza de un lado al otro para negar a la segunda pregunta, porque para la primera, la respuesta era más que obvia. Cuando ví que la ayuda del poly no era fructífera, pregunté si no teníamos un teléfono de emergencia, pero el poly con su gran preparación atinó a decir: "ps se supone que están los de Protección Civil, pero ps ya se fueron, 'ora sí que no hay nadie", "y ¿no tenemos un número al que debamos llamar para un caso como estos o más grave?", le pregunté, pero nunca llegó su respuesta.

Mientras tanto, mis compañeros seguían tratando de abrir la puerta hasta que observamos que en la parte superior de la puerta había un seguro del elevador -como el de una puerta- que no permitía separar las puertas en esa parte, porque de la mitad hacia abajo ya habíamos abierto la puerta más de 20 cm, pero no fue suficiente. Así que comenzó el peregrinar de las personas, una y otra comenzaron a subir para ver primero qué había pasado, y después -si su inteligencia les daba para algo- trataban de opinar y de gastar las opciones que ya habíamos usado y que no funcionaron. Dentro de todo el peregrinar llegaron los esposos de las señoras con mucho espanto y queriendo utilizar su fuerza y su gordura de más de 90 kg para abrir las puertas. A pesar de que habíamos explicado que no se podía debido al seguro, los señores nuevamente intentaron abrir pero no tuvieron suerte.

Llegó la segunda poly -femenina-, y el encargado de mantenimiento general. A los 35 minutos de nuestros esfuerzos llegó un cuerpo de rescate de dos personas, y luego otro cuerpo de rescate de dos personas, en total ya eran 6. Después de ellos llegaron más policías, y más policías y más policías. Todos ellos preguntaban lo mismo, intentaban lo mismo que ya les habíamos explicado, y no llegaban a nada. A mí se me ocurrió proponer que los sacaran por arriba del elevador -como en las películas- o nivelar el elevador con el piso porque tal vez eso es lo que no permitía quitar el seguro de las puertas del elevador. Después de que habían 18 personas en el piso y cerca del elevador, mis compañeros y yo decimos retirarnos porque pensamos que no podíamos aportar nada más ya que los policías y los rescatistas se habían organizado para nivelar desde la maquinaria el elevador para luego abrir la puerta con una llave especial.

Al bajar las escaleras, las sirenas de las ambulancias y de las patrullas hacían un escándalo poco habitual en un edificio de gobierno. Al filo de las escaleras llegó un equipo de rescatistas de los bomberos del DF para continuar con el auxilio. A los dos minutos que habían subido los bomberos para apoyar a los demás, salían con mucha tristeza las personas rescatadas y sus esposos. Las lágrimas de la niña le dieron el toque de escándalo al suceso. Detrás de ellas comencé a contar a los que "ayudaron" en el rescate: "uno, dos, tres...ocho, nueve...catorce, quince..." Fueron en total 23 personas rescatistas las involucradas para este suceso, más mis compañeros y yo fuimos un total de 26 personas.

Cuando salieron todos los rescatistas, la Asistente del Jefe se acercó a nosotros y nos dijo: "ustedes son los héroes, porque intentaron sacar a las personas del elevador, sino hubiera sido por ustedes, quién sabe qué hubiera pasado". Su comentario alegró mi corazón y me hizo sentir como una persona importante a pesar de que para mí solo fue un pequeño acto que cualquiera hubiera hecho si se encontrara en mi lugar. Sin embargo, es la primera vez que alguien me da un reconocimiento así, y se siente ¡padrísimo!. Así que de ahora en adelente me propuse hacer cosas pequeñas que puedan resultar en cosas extraordinarias para la comunidad.

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